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martes, 1 de abril de 2014

Verdades

Hace un tiempo empecé a pensar que a veces las Verdades no son esas cosas sagradas que yo pensaba que eran.
Creo que hay veces que las Verdades se presentan por la mañana, cuando menos las esperas,  mientras uno está en la cama haciendo fiaca, por ejemplo. Una Verdad desaliñada y enorme. Esas que se te sientan en la nuca con su culo inmenso mientras uno está desprevenido todavía con los ojos cerrados y tratando de comenzar el día… Y agarrate, Catalina…
Yo qué sé. Luego de haber jugado a la cacería de Verdades en juntadas con amigos, donde todos nos tiramos con filosofías, teorías, historias, anécdotas, reflexiones, y bla bla bla; luego de haber intentado hacer de la meditación un hábito, luego de buscar las Verdades en muchas personas y lugares…. yo sigo prefiriendo a la gorda culona que viene y se me sienta en la nuca.
Y qué mejor escenario que cuando está uno absolutamente sólo en la cama. Uff, gran escenario de epifanías, si los hay! Sin inciensos ni música zen. Así –de repente y sin piedad - es como les gusta aparecer a estas Verdades pomposas.
Porque saben que somos lo que somos cuando estamos solos. Y es ahí, cuando uno está totalmente sólo, que aparece la culona para cachetearte cuando menos te lo esperas. Porque a ellas les gusta eso. No aparecen en las juntadas con vinitos ricos, ni en las meditaciones ni en las reflexiones...
Aparecen como hoy, en mi cama, y lo dejan a uno hecho una persona un poquito mejor.

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